Shuntaro Tanikawa
LA PROPIA PUNTA DE LOS PIES se ve terriblemente lejos
los cinco dedos, como cinco desconocidos,
se congregan indiferentes
junto a la cama hay un teléfono que me conecta al mundo
pero no hay nadie a quien quiera llamar
desde que recuerdo, mi vida sólo consiste en tareas por
[hacer
ni mi padre ni mi madre me enseñaron cómo hablar de
[las cosas que suceden en el mundo
me apoyo en versar de una frase a otra desde hace
[cuarenta años
si me preguntan: ¿tú quién diablos eres?, responder “soy
[un poeta” como lo más seguro
es algo ambiguo
cuando abandoné a aquella mujer… ¿era un poeta?
cuando como mi papa asada favorita … ¿soy un poeta?
yo, el de la cabeza adelgazada… ¿acaso un poeta?
hombres semejantes, de edad mediana y que no son
[poetas, abundan
yo sólo soy un niño ingenuo
que persigue mariposas de palabras bellas
ese niño —genio y fi gura—
jamás notó el herir a otros
sino hasta su sepultura
la poesía
es tan absurda
Shuntaro Tanikawa
30
No dejare a las palabras descansar
A veces se sienten avergonzadas de ellas mismas
Y quieren morir, dentro de mi
Cuando eso pasa estoy enamorado.
En un mundo de otra forma
Gente callada – nadie- parloteando
Lo que es mas, sol, árboles y nubes
No están concientes de su belleza.
Un avión volando rápido con la forma de pasión humana.
Aunque el cielo azul pretende ser su espalda
De hecho no hay nada ahí.
Cuando llamo afuera, en voz baja
El mundo no responde
Mis palabras no son distintas de aquellas de los pájaros
Shuntaro Tanikawa
con mano ágil y callada
arrastra todos los pormenores de la vida
hasta que en breve se marchitan las fl ores del altar,
pero a nuestra conversación idiota hasta el amanecer,
[no pone fi nal
la muerte es algo desconocido
y lo desconocido carece de pormenores
es ahí donde se parece a la poesía
tanto la muerte como el poema sintetizan la vida
pero quienes sobreviven, mucho más que la síntesis,
disfrutan esos pormenores crecientemente arropados en su
[misterio
Shuntaro Tanikawa
de baño de la antigua casa de Suginami antes de hacerle
reparaciones, cuando entró mi padre, de unos sesenta años,
vistiendo un kimono negro. Este canasto de ropa sucia hecho
de ladrillos, así, con la mismaa estructura de antes, está en
buena condición -dijo. Se lavó las manos y fue hasta el toallero,
por lo que cres que tengo que cambiar ese toallero más cerca
del lavabo. Mi padre me pregunta si no hay algo raro y le
digo que todo está bien. Mis sentimientos entonces eran lo
mismos que sentía hacia el hombre absorto que era mi padre
hace un mes. De pronto, la escena se torna de largo alcance
hasta el momento en que vi la antigua casa de mi tía desde
el jardín. Mi padre ha muerto -me di cuenta- y dentro del
sueño llore con todo el alma. Cuando abrí los ojos no supe
si en verdad habia llorado o no.
[...]
Shuntaro Tanikawa
Árbol
Muy pronto seré un árbol.
El dedo medio me hormiguea,
hay brotes en mis yemas.
Me descubro otras hojas
en el dedo anular y el índice, y el brazo
se me bifurca en ramas ágiles.
Bajo la camiseta
tengo un tronco rugoso.
Los dedos de mis pies entran al lodo,
agua tibia me sube al bajo vientre.
Voy a dejar de ir a la escuela.
Voy a dejar el beisbol y la pesca.
Voy a quedarme quieto, hasta de noche.
La lluvia me refresca.
Nadie se fija en mí.
Pasan corriendo al lado.
Aquí me quedaré hasta que me seque.
Murmurando, cimbrado por el viento.
Alguien oculta algo.
No sé quién,
no sé qué.
Si lo supiera lo sabría todo.
Aguanto la respiración y escucho
el rumor de la lluvia por el suelo.
Algo estará ocultando.
Cae para que sepamos su secreto
pero no puedo descifrar su código.
Me escurro en la cocina,
husmeo,
veo la espalda de mi madre.
También oculta algo.
Piensa en sus cosas mientras ralla un rábano.
Me intrigan los secretos
pero nadie me cuenta nada.
Me asomo al agujero de mi pecho:
sólo veo, nublado, el cielo negro.
Shuntaro Tanikawa
la raza humana, sobre una esfera pequeña,
soñolienta se levanta y se va a trabajar
de vez en cuando ansía tener amigos en Marte
los marcianos, sobre una esfera pequeña,
qué es lo que hacen yo no lo sé
(acaso hagan su neriri, el kiruru o el harara...)
sea lo que sea, de vez en cuando, ansían tener amigos en la tierra
eso sí, con certeza
la fuerza de gravitación
es la fuerza de las soledades que se atraen y que se encuentran
el universo se está estirando
y por ello todos han de encontrarse
el universo —rápido— se va expandiendo
y por ello todos se inquietan
a dos mil millones de años luz de soledad
suelto un estornudo sin pensar
Del libro Nijyūokukōnen no kodoku (Dos mil millones de años luz de soledad), 1952.
Traducción de Cristina Rascón