Ana Rüsche

Tiempo de Guerra

Toma mi cuerpo de muñeca
inflable,
lame muy lento mis dedos.
Aprovecha que no éramos
una Penélope reprimida
que perdió su hombre por
una hechicera.
Éramos la hechicera.

Toma mi cuerpo de muñeca
inflable
-palabras obscenas en mis oídos.
Queríamos ser
María Magdalena
para tener la certeza
de ser capaces de corromper
a Crsito.
Éramos la prostituta.

Toma mi cuerpo de muñeca
inflable
y acariciame la nuca
yo no era una
Camelia postrada
y la Blanca Nieves
que conocemos era
sólo un virus en internet.
Éramos la manzana.

Toma mmi cuerpo de muñeca
inflable:
-muerdeme los muslos.
Que yo no tengo lo nervios
de Mrs. Dalloway
nuestro día no nos poseía en 52h
y en nuestro menú
no había
espacio para cucarachas.
No érammos dueñas de casa.

Toma mi cuerpo de muñeca
inflable
-golpéame, hazme lo que quieras.

Porque el amor ha sido manchado
y de él no queda nada
que sobreviva a la cama,
nuestra frente, nuestra trinchera,
con estrategias jamás reveladas
en revistas femeninas.

Toma mi cuerpo de muñeca
inflable
que no es hora de pensar.
La cama
es trance
o no es nada.

Desalentado en mi cuerpo:
un hombre
como muchos hombres.

Y por si acaso no me obedeces
y me mandas sola por ahí,
al día siguiente encontrarás
la sonrisa sensual
de la soberbia indiferencia,
que sacude los hombros y
da en las espaldas escotadas en
el paso firme del tacón.

Éramos Valkirias
Éramos guerreras
Éramos la Valkirias.

(de Rasgada)

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