Leonard Cohen


Cuando descubrí tu cuerpo
pensé que las sombras caían engañosas,
animando recuerdos de perfecta rima.
Pensé poder ofrecer belleza
como una bendición y que tu semi-oscura carne
respondería a la oración.
Pensé entender tu rostro
porque lo había visto pintado dos
o cien veces, o haberlo besado
estando esculpido en piedra.

Con sólo un suspiro, una vaga vuelta,
descubriste las sombras
más habilmente que mi carne,
y las reales y violentas proporciones de tu cuerpo
hicieron anticuados viejos tratados de excelencia,
medidas y poemas,
y con un sensillo desafío de personal belleza
que no podía ser ni alabado ni interpretado clamaron:
esto debe ser enfrentado.

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