Kenneth Rexroth

Ella está ausente


Pase toda la noche despierto junto a ti.
Reclinado sobre el codo, contemplando tu rostro
dormido, ese rostro culla pureza nunca
cesa de asombrarme. No podia dormir, pero no
queria hacerlo ni lo necesitaba. Tu
cuerpo contra mi cuerpo yacia como un estrella
suave y calida. Cuantas noches me he
despertado y te he contemplado y en cuantos
lugares. ¿quién sabe? esta noche podria
ser la última. Como en tantas otras noches, he
bebido en tu carne la honda y apacible
comunion que no siempre tengo valor para tomar
de ti derpierta, la paz del amor. Luces
neblinosas se movian por el techo de nuestro cuarto,
tan parecido a otros de Francia e Italia,
cuartos de luna de miel, y comunicaban a tu rostro
un habla en permanente mudanza, la secreta
comunion del amor inexpresable. Conocí entonces,
mientras tu secreto hablaba, mi ser secreto,
el pajaro ciego, apenas visible en una infinta maraña
de mentiras. Y conocí la maraña tambien,
todos los lazos y todas las hebras, el oculto pajaro
invalido, la terrible maraña. Hacia el
amanecer, cuando empezaron a sonar camiones en las
calles, te moviste, me abrazaste y pronunciaste
mi nombre. Tu voz era la voz de una muchacha que nunca
habia conocido pérdida de amor, traición,
recelo ni mentira, y despues te volviste otra vez,
me cogiste la mano y la apretaste contra
tu cuerpo. Ahora se con certeza y para siempre
que, por mucho que haya yo empañado
tu amor de día, su recuerdo esta aún ahí. Y
conozco la maraña, la red, el pajaro ciego
e invalido. Pues entonces por un breve instante,
no estuvo ciego, ni atrapado ni invalido.
por espacio de un latido el corazon estuvo libre y
se movio. Oh, amor, yo, que estoy perdido
y condenado con las palabras, yo, para quien las
palabras son un oficio y un arte, no
tengo palabras. Éstas palabras, éste poema
son todo confusión e ignorancia, pero
se que, guiado por tu dulce corazón, mi corazón
latió libre en una oportunidad y envió
por todas mis entrañas la sangre de la verdad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario