Jean Claude Renard

Arcanos I

La noche me mantiene alerta.
Con los dedos medio doblados, desnudo sobre la arena y con mi
vida mi muerte como únicas armas, aguardo el verdadero combate.
Desde siempre sigue mi rastro una presencia, a la vez íntima e intacta,
que da sentido a la marcha - lleva hasta el mar las cacerías de la
mañana.
Hay risas en el enigma: una consagración una danza de dioses puros.
De su paz haré mi algería.
Este cuerpo que ve bajo las ramas el reugio exacto y favorable que
habitará mi pultimo sueño escoge ya su luz.
Pero aún hay que destruir el señuelo ácido del lenguaje para que,
no siendo ya lo que él dice, las islas, las fuentes, las raíces, hablen
ellas mismas de sus fiestas.
Una vez exorcizado el laberinto donde perderse es todo y no es nada,
domeñaré mis poderes.
Pues conocer es más que comprender.
¡Y acado entonces, como un pulpo que ni se afronta ni se rehúye, se
aproximará a mí lo increíble!

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